Nuestro paso por el planeta Tierra está lleno de emociones y experiencias que nos enseñan que la vida es como una ensalada con muchos ingredientes y en ti está ponerle los aderezos para que tenga el sabor que quieres.
Hay momentos en los que tenemos sabores y sinsabores y es en estos últimos que cada ser, de acuerdo con la experiencia de vida, saca lo mejor de sí para que frente a una situación amarga , triste, melancólica, dolorosa para el alma y para el corazón y que nos quita la motivación y la alegría de vivir, pueda pasar de nuevo a ver el lado positivo, ameno y bello que Dios nos presenta cada día… sobreponerse después de un imprevisto doloroso es lo que conocemos como RESILIENCIA.
Cuando se sufre la pérdida de un ser querido o de una mascota, inicialmente se vive una anestesia emocional que no permite ver realmente la situación. Nada es claro, hay un bloqueo del que no se puede salir solo y es importante reconocerlo. Tenemos que apoyarnos en herramientas que nos soporten en el proceso para recomenzar, para renacer, teniendo en cuenta que después de un duelo, no volveremos a ser los mismos de antes , seremos un mejor SER.
Es por eso que te quiero contar cuáles pueden ser esas herramientas para que descubras tu capacidad de resiliencia y vivas este proceso de una mejor forma. Primero que todo, recuerda que la parte emocional va ligada a la parte física y tu cuerpo lo sabe. La tristeza no permite sentir hambre, sueño, nos quita el ánimo, las ganas de vivir, nos deja con más preguntas que respuestas y con un dolor en el alma intentando entender qué pasó y el “por qué a mí?”.
Las terapias de duelo son un primer paso para comenzar a vivir el proceso de la mano de un profesional, es importante cumplir con las tareas que te deja, por más fuertes que sean, tendrás sesiones en las que notas que no avanzas y otras que ves algún logro… tranquilo, no hay afán!
Ve a tu médico de confianza para que te estabilice porque el mal dormir y el mal comer, bajan las defensas y no estás en condiciones de enfermarte! Hay medicamentos químicos y naturales que te soportan un poco todo el peso de las emociones para que físicamente tu cuerpo no decaiga.
Camina… mejor si hay verde alrededor… toma aire profundamente… aprovecha para meditar, para pensar en ti, para llorar, para recordar… escribe, habla , grita, piensa.. tu corazón te indicará qué debes hacer.
Ora.. en tu cuarto, en la Iglesia, en donde quieras.. pídele a tu Ser Superior la fortaleza para que intentes mantener la Fe ante la adversidad. Tendrás momentos en que tu rabia la dirijas a Dios… y sí… eso pasa… porque siempre vuelve el “por qué a mí?”. No abandones la parte espiritual, es la mejor medicina.
Llora… llora siempre que lo quieras hacer… aunque intenta no llorar lamentándote… llora agradeciendo al ser querido que ya no está físicamente a tu lado, por los momentos que vivieron y compartieron juntos. No es fácil, lo sé… pero recuerda… es un proceso… el tiempo te llevará del llanto desgarrador, al llanto de esperanza, de conexión espiritual con quién se fue y que mantiene un lazo irrompible contigo.
No te presiones y no permitas que lo hagan contigo. Muchos por querer ayudar, no saben lo que realmente el corazón siente. A veces ni tú mismo lo tienes claro. Es un proceso y los resultados no son inmediatos… ponte metas paso a paso… si no las cumples, tranquilo… es que aún no era tiempo. No es una competencia y cada duelo es como la huella digital…es ÚNICO.
En la medida que vas aceptando, que el corazón se va reconstruyendo , que la herida va cerrando y se va convirtiendo en cicatriz y vas aprendiendo a vivir con ella, tu cuerpo físico irá sanando porque el cuerpo emocional ya lo está haciendo. Poco a poco, paso a paso, verás que el amor hacia el ser querido que ya no está contigo físicamente, lo sentirás más cerca de tu corazón, que lo amas y respetas más, que te cuida desde dónde está y sabes que lo reencontrarás. Así sientas muchas saudades (la palabra más linda en portugués que traduce nostalgia), tú estás aquí y significa que aún tienes cosas por aprender antes de volver a casa.
Es un proceso en que de la oscuridad, vuelves a ver la luz y que como el Ave Fénix, renaces de las cenizas. Sales fortalecido, con la Fe más firme, amando más la vida y lo bello que ella nos presenta. Sabes que alguien allá arriba te ama y te guía y que todo este proceso de resiliencia valió la pena porque tú vales la pena y quién está allá arriba siempre va a querer que mantengas el brillo en tus ojos que te caracteriza.
Psdta. Esta entrada pertenece a mi editora y amiga Raquel Jimenez, ella valientemente se animo a escribir las etapas propias de su duelo esperando que funcionen para ti como herramientas de crecimiento y sobre todo del desarrollo de tu capacidad de resiliencia.
Ella, sus miedos, su sombra , sus debilidades y fortalezas. Ahora ella se vestía de sí misma y eso la hacía más hermosa que cualquier carruaje o vestido. Su belleza provenía desde su centro y eso la hacía eterna, disparatada, loca, divertida, soñadora y buscadora de su verdad… fin de la historia.
Un camino largo el que anduve los últimos años, donde me perdí, me encontré, me ahogué, me fallé, me odié, me perdoné, me amé y me llené tanto de mí hasta que estuviera lista para compartirme con otros.
25 kilos de más me dejó mi posparto, me hago absolutamente responsables de ellos. Comí para llenar un vacío. No me tenía a mí misma y era todo lo que me faltaba. Esta es una historia real. Cuando tuve a Orión no me pasó cómo funciona en las redes sociales, mi cuerpo no volvió en tres días a ser como era, mi autoestima estaba tan debilitada que cualquier comentario o comparación aniquilaba en mi cualquier esperanza.
Lo probé todo. Fajas, geles, intentos fallidos de dietas (lo cual es imposible lactando) sientes que se te va acabar el mundo si no comes como un elefante. Todo lo que fuera satisfacción inmediata así como llegó, fracasó. Las fajas no duraron más de dos días, me molesta la sensación de estar apretada, lactando me asfixiaba y lloraba angustiada entre la baja y el ardor de la lactancia. Las rompí y las lancé a la eternidad 😂 allí donde jamás las iré a buscar. Los geles me irritaron, las dietas hacían un efecto rebote.
Un día con los ojos hinchados de llorar y lamentarme (de lo que pensaba era desdicha), pasé al frente de algún espejo de mi casa, me quedé fijamente mirando esos ojos hinchados y me dije “la mujer del espejo necesita ayuda” y yo se la voy a dar.
Comenzó una reconquista impecable conmigo, alimentarme consciente y consentirme de paso la barriguita. Hidratarme más, escuchar si mi deseo de algo dulce era el escape de algo amargo que pasaba en mi vida. Aprendí a escuchar mi cuerpo de tal forma que entendí qué desea y qué me hace bien.
Hoy día continúo trabajando con mi acné. Le tengo plenamente identificado a esta hermosa alerta de mi cuerpo, siempre se manifiesta cuando quiere sacarme de algún lugar, o quiero alejarme de personas o situaciones que me desagradan. Es mi forma de decir soy invisible.
El amor creció y los kilos bajaron, mi diálogo interno se volvió tan amoroso que soy selecta en las batallas que emprendo, elijo tener paz a tener la razón. Valoro cada esfuerzo y abrazo cada desacierto. Me cuento chistes internos, me halo la oreja cuando como mucho chocolate. Me miro y digo ¡wao Ana lo estás haciendo muy bien.
Vamos por El cuerpo volvió a su estado natural, no al de antes. Ahora tengo unas bellas estrías que me dejaron las cicatrices del campo de batalla, donde solo los valientes colocamos la mejilla sobre la arena, sudorosos y adoloridos para después poner las rodillas y levantarnos con la frente en alto. Mis 60 kilos están de vuelta y lo que más añoré, mi energía una vez que desteté volvió como un motor para propulsar un cohete 🚀 al espacio infinito.
Este mensaje es para ti, date el chance de volver, el cuerpo sana, las cicatrices se desvanecen mas la experiencia queda y con ella toda su sabiduría que como dice mi mentora, no es otra cosa que el sabor de la vida (sabiduría). No siempre mi vida se viste de playas ni de yates, algunas veces de noches oscuras y de dolores profundos. Sin embargo en el borde de la playa después de la tormenta te digo TODO PASA. Y si te tienes a ti misma que más falta?.
Ella, sus miedos, su sombra , sus debilidades y fortalezas. Ahora ella se vestía de sí misma y eso la hacía más hermosa que cualquier carruaje o vestido. Su belleza provenía desde su centro y eso la hacía eterna, disparatada, loca, divertida, soñadora y buscadora de su verdad… fin de la historia.
Un camino largo el que anduve los últimos años, donde me perdí, me encontré, me ahogué, me fallé, me odié, me perdoné, me amé y me llené tanto de mí hasta que estuviera lista para compartirme con otros.
25 kilos de más me dejó mi posparto, me hago absolutamente responsables de ellos. Comí para llenar un vacío. No me tenía a mí misma y era todo lo que me faltaba. Esta es una historia real. Cuando tuve a Orión no me pasó cómo funciona en las redes sociales, mi cuerpo no volvió en tres días a ser como era, mi autoestima estaba tan debilitada que cualquier comentario o comparación aniquilaba en mi cualquier esperanza.
Lo probé todo. Fajas, geles, intentos fallidos de dietas (lo cual es imposible lactando) sientes que se te va acabar el mundo si no comes como un elefante. Todo lo que fuera satisfacción inmediata así como llegó, fracasó. Las fajas no duraron más de dos días, me molesta la sensación de estar apretada, lactando me asfixiaba y lloraba angustiada entre la baja y el ardor de la lactancia. Las rompí y las lancé a la eternidad 😂 allí donde jamás las iré a buscar. Los geles me irritaron, las dietas hacían un efecto rebote.
Un día con los ojos hinchados de llorar y lamentarme (de lo que pensaba era desdicha), pasé al frente de algún espejo de mi casa, me quedé fijamente mirando esos ojos hinchados y me dije “la mujer del espejo necesita ayuda” y yo se la voy a dar.
Comenzó una reconquista impecable conmigo, alimentarme consciente y consentirme de paso la barriguita. Hidratarme más, escuchar si mi deseo de algo dulce era el escape de algo amargo que pasaba en mi vida. Aprendí a escuchar mi cuerpo de tal forma que entendí qué desea y qué me hace bien.
Hoy día continúo trabajando con mi acné. Le tengo plenamente identificado a esta hermosa alerta de mi cuerpo, siempre se manifiesta cuando quiere sacarme de algún lugar, o quiero alejarme de personas o situaciones que me desagradan. Es mi forma de decir soy invisible.
El amor creció y los kilos bajaron, mi diálogo interno se volvió tan amoroso que soy selecta en las batallas que emprendo, elijo tener paz a tener la razón. Valoro cada esfuerzo y abrazo cada desacierto. Me cuento chistes internos, me halo la oreja cuando como mucho chocolate. Me miro y digo ¡wao Ana lo estás haciendo muy bien.
Vamos por El cuerpo volvió a su estado natural, no al de antes. Ahora tengo unas bellas estrías que me dejaron las cicatrices del campo de batalla, donde solo los valientes colocamos la mejilla sobre la arena, sudorosos y adoloridos para después poner las rodillas y levantarnos con la frente en alto. Mis 60 kilos están de vuelta y lo que más añoré, mi energía una vez que desteté volvió como un motor para propulsar un cohete 🚀 al espacio infinito.
Este mensaje es para ti, date el chance de volver, el cuerpo sana, las cicatrices se desvanecen mas la experiencia queda y con ella toda su sabiduría que como dice mi mentora, no es otra cosa que el sabor de la vida (sabiduría). No siempre mi vida se viste de playas ni de yates, algunas veces de noches oscuras y de dolores profundos. Sin embargo en el borde de la playa después de la tormenta te digo TODO PASA. Y si te tienes a ti misma que más falta?.